El Yoga clásico, explicado por el sabio Patañjali en el texto de los Yoga Sūtras, tiene su base en la filosofía Sāṃkhya. Se dice que el Sāṃkhya le da infraestructura metafísica al Yoga.
Lo anterior implica que si no se conoce la filosofía Sāṃkhya difícilmente podrá entenderse la visión cosmogónica de la que parte el Yoga. El Sāṃkhya establece las bases teóricas en las que se fundamentan las técnicas y prácticas que el Yoga ofrece.
Lo primero que debemos conocer es que el Sāṃkhya y el Yoga postulan que todo lo que existe, el cosmos o universo entero, se fundamenta en dos principios universales y eternos: la materia (o naturaleza) y la conciencia pura (o alma). En sánscrito, se les llama Prakṛti y Puruṣa respectivamente.
Esta concepción que contempla dos categorías o principios que soportan el universo entero, es lo que hace que tanto el Yoga como el Sāṃkhya sean catalogados filosofías Dualistas.
Para el Sāṃkhya y el Yoga el campo material (Prakṛti) no solo implica todo lo que puede percibirse de forma tangible a través de los sentidos. Para estas dos filosofías tanto el cuerpo físico, como la mente, el ego y los procesos mentales; pertenecen al campo material, distinto e independiente del campo de la conciencia pura (Puruṣa).
De la interacción de estos dos principios, Prakṛti y Puruṣa, resultan las diferentes manifestaciones, formas y estados de la materia. Prakṛti que en su estado original es única e inerte, al entrar en contacto con Puruṣa, se desestabiliza y produce infinitas manifestaciones aparentemente distintas e independientes entre sí.
Dentro de las diversas e infinitas manifestaciones de Prakṛti se cuentan nuestro cuerpo físico y todos los de los demás seres y cosas que existen en los diferentes grandes reinos de la naturaleza (animal, vegetal, mineral). Incluyendo la mente, el ego y el intelecto.
Puruṣa, a diferencia de Prakṛti, no es único, es numeroso, estamos hablando de muchos Puruṣa, muchas almas o espíritus independientes, con las mismas características. Son conscientes, lo observan todo, todo lo conocen, son inmutables e inactivos. Puruṣa es el testigo silente que observa todo lo que ocurre en el campo de la naturaleza.
Para el Sāṃkhya y el Yoga las diferentes formas y estados que adquiere la materia (Prakṛti) ocurren por el movimiento de las tres energías o cualidades de las que está compuesta esta última. Estas cualidades en sánscrito se denominan Guṇa. Hablaremos de los Guṇa en un próximo artículo.
El autor Óscar Pujol se refiere al proceso de asociación de Purusa y Prakrti de la siguiente forma:
«Cuando la mirada del espíritu cae sobre la materia dormida, la despierta de su sueño, altera su equilibrio, es decir, el equilibrio de las tres energías básicas que la componen, que se ponen en movimiento y en diferentes combinaciones van creando el mundo, desde lo más sutil hasta lo más tosco. La materia solo abandona su estado de transformación continua cuando es destruida y regresa al estado de equilibrio primordial, que coincide con el estado previo a la creación del mundo, dado que la destrucción y la creación del mundo son cíclicas.»
Pujol, Óscar. YOGASUTRA. Editorial Kairós.

El objetivo tanto del Sāṃkhya como del Yoga es liberar a Purusa de su asociación (saṁyogo) con Prakrti. Ya que en dicho proceso de asociación Purusa deja de identificarse con su verdadera naturaleza espiritual que es Conciencia Pura y Eterna (Sat Cit Ananda), y por el contrario se identifica con Prakrti, con sus estados y cambios constantes, así como con el sufrimiento que implican esos cambios.
Es por lo anterior que muchos autores y comentaristas de los Yoga Sūtras advierten que el Yoga Clásico, el compilado por Patañjali, no pretende como se afirma popularmente «la unión de lo material con lo divino», si no todo lo contrario, la separación o liberación del espíritu de la materia.
Un comentario en “Los dos principios del cosmos según el Yoga”